miércoles, 30 de abril de 2008

¿Es posible?

La noche es aburrida... ya todos tienen qué hacer... y aquí no hay nada entretenido...
todos visten ropas de noche... zapatos de noche... peinados y perfumados salen a la luz nocturna.
Yo me quedo. Me quedo mirando por esta ventana cómo la gente corre a perseguir las horas que se escurren desde que comienza la cena hasta que termina la salida y se convierte en entrada...
La película termina... afuera... silencio. Adentro nada.

Duermen las hojas de los árboles que mañana al despertar... rondarán los altos troncos hasta terminar la danza aterrizando.

Duermen los perros en las casas... galerías con pisos encerados se quedan espectantes a esperar al sol que asome.

Y todo calma para esperar que el día termine de trasnformarse en noche... y la noche se transforme en día.

Allí... del otro lado ya amaneció. Ya desayunaron. Ya continuaron extrañando a los que están de este lado. Ya volaron al trabajo...
Aquí todos emprenden el viaje del sueño profundo para mañana comenzar a usar las horas que vienen estrenadas de oriente.

Imagino que bebo mi café con leche. Imagino que preparo mi tostada... y que estoy allí, de aquel lado. Imagino que parto para un trabajo ficticio... imagino que los trenes me llevan a través de un día diferente... imagino que almuerzo en un bar pequeño... imagino que disfruto de una caminata entre farolas... imagino... y creo que será real un día esa calle de farolas e imagino también como ahora me pregunto si es posible... me preguntaré si es posible... pero allá. Y una voz casi silente me murmurará que sí.

Y sabré que es posible sacar boletos para cumplir un sueño. Y sabré que es posible navegar por todo el océano buscando razones... para cruzar una frontera en busca de explicaciones...

Y cierro los ojos... la noche sigue quieta. Yo ya estuve en otro sitio. Ya amanecí, viví y fui a dormir... pero ahora debo terminar de vivir esto, de dormir esto... y cuidar el pasaje que tengo acomodado bajo la almohada: el libro que vengo leyendo desde que tengo memoria y la hoja en la que dibujo desde que el tiempo me alcanza.

La noche es divertida... ya nadie tiene qué hacer... y aquí todo es entretenido...
Visto pijama... medias abrigadas...el cabello suelto y recién lavado, y además estoy perfumada... Veo la luz nocturna.
Yo salgo. Me voy mirando por esta ventana cómo la gente corre a perseguir las horas que se escurren desde que comienza la cena hasta que termina la salida y se convierte en entrada...
Y yo no las persigo... porque las horas se quedan conmigo cuando tengo tiempo.

martes, 29 de abril de 2008

Y eso lo hace especial

Llega casi corriendo... al arrimarse a la entrada ya está allí. Le chista. Se miran y un "ay! no te ví... más risas los reencuentra.

Sin mirarse si quiera eligen el sitio. Encargan su cosas. Se preparan para el eterno ritual al que los llevaron sus vidas. Entre chistes cortos y preocupaciones largas comienza la tarde.
Sus pies juegan bajo la mesa en una danza simpática de no "estorbarse". No obstante no les molesta chocarlos cada tanto, como para comprobar que sigue el otro allí.
Ella tiene los ojos delineados a penas... su pelo peinado a penas... su abrigo es apenas un abrigo...
Él tiene los ojos grandes... temblorosos como siempre... despeinado como nunca... las mejillas encendidas por el sol de una excursión que no quiso hacer.
Ella dibuja algo para que él lo vea. Ambos asienten y es seguro el acuerdo.
Él retoca un extremo del dibujo y bromea con cortar el papel luego. Pero se transforma en pañuelo tras un enojo fingido por parte de ella.
Y así pasan sus tardes... entre mermeladas y servilletas... aveces sonríen... otras no tanto... otras lloran... otras juegan a pasar el rato. Lo que todo el mundo sabe es que ellos no saben nada. Y eso lo hace especial. Por ello sus reuniones perduran. Quizás si supieran el motivo de sus encuentros... sólo quizás... podrían acabarse. O tal vez no... y hacerse eternos. Podrán desaparecer los salones con mesas y sillas... los techos en las lluvias... los pisos en la luna... pero no se detendrán esas historias de locos que se entienden en su propia locura de no entender nada.

Buenas noches... buenas noches... ¡Buenas noches!

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Giraban a toda velocidad... quién sabe a dónde iban...
La loma se erguía a toda velocidad...
quién sabe a dónde llegaba...
La vuelta incómoda. Incómoda noche fría.
El cielo azul marino. El parque verde noche... los árboles sombras chinescas... los niños ausentes. Los grandes de regreso del trabajo.
Las luces encendidas... los ojos bien abiertos. El cansancio a flor de piel. El alma llena.
Algunas palabras... murmullo. Traduciendo en gestos porque el agotamiento cerraba la boca.
Y así, el secreto: Pesadilla de ideas. La vuelta.

Esperanza de un nuevo día... desilución de una nueva tarde relegada al pasado.
Algo dulce... siempre corona las noches estrelladas... y pocos sabrán en qué termina... deja de girar. Todo deja de girar. Y allí se acaba. Hora de partida, hora de llegada.

Saludo tirado al aire... como un leve aleteo de palomas... se retiran al sueño... queriendo que no sea el sueño del descanso... sino el sueño de la esperanza y el deseo que no cesa.
El césped se queda quieto luego de flamear un rato. La tierra ya se halla dormida... y un lucero se enciende más fuerte, porque a partir de ese momento será recuerdo... será historia... pero pretenderá seguirlo siendo, de algún modo quiere más historia; luego de una nueva noche y un nuevo amanecer.
A LA PEQUEÑA PIES DESCALZOS
Intento dibujarte, pero jamás te quedás quieta...
.
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Los ojos negros... y esa imponente picardía con que mirás a todos... sin embargo no a todos... Sin embargo no a todos dejás que te tomen de la mano... no a todos dejás que te hagan reir... no a todos te cuelgas en un abrazo... No a todos dejás que te cambien, te preparen para el jardín y te perfumen las mejillas.
Aquel cabello negro... corto... bailando sobre esos hombros flacos...
Aquellas piernas largas... pero para tu corta estatura suficientes para hacerte parecer graciosa y simpática a pesar de tus rugidos de niña salvaje...
Aveces me pregunto... si tienes 5 o tienes 25... aveces presiento que eres una adulta dentro de un cuerpo pequeñito... Y te tomo de la mano y caminamos juntas jugando a hablar otros idiomas... y te ríes y recordamos juntas que aún eres tan chica que nadie puede pedirte que entiendas... ese lenguaje raro que tienen los grandes cuando dicen No.



miércoles, 16 de abril de 2008

REFLEXIÓN


¿Qué es reflexionar? Quizás darle unas vueltas a alguna cuestión que no podemos entender del todo mirándola de un solo lado... ¿Qué es un reflejo? Algo que la luz hace posible que exista... ¿De qué estamos hechos? Depende... aveces de carne y hueso... aveces de algo espiritual... y otras... otras somos un reflejo capturado por un obturador fugaz, que nos hace trasladarnos de este mundo... a través del diafragma de una cámara fotográfica, para dejar plasmado en un papel "eso que fuimos", en ese justo instante.
Pensar que todo lo que hay sobre esta tierra, que se puede ver, puede quedar atrapado en una fotografía.
Quizás algunas cosas sean imposibles de fotografiar principalmente en los momentos más importantes... como esas situaciones en que uno anhelaría tener la cámara en el bolsillo...
Pero las cosas que tenemos que fotografiar no son siempre las que más perseguimos con el bendito lente de la digital...
¿Para qué inventa el hombre artefactos prácticos, fáciles de manipular... y para colmo con poco margen de "error"?
Tengo dos creencias... una: es para vender, la otra: es para que perdamos la noción de cuáles son las cuestiones realmente importantes en la vida, y de paso nos quita la sensación de preocupación.
No tenga preocupaciones... siempre tendrá con qué enfocar eso que tiene en frente y quiere retener en una imagen... no tema, siempre estará a mano su celular miles de funciones al alcance de su mano... ¿Oyó? Sí... al alcance de su mano en todo momento, para servir de reproductor de música, video, cámara de fotos, anotador, calculadora, entretenimiento, y de paso... también podrá usarlo para incomunicarse con mensajes de texto que tienen muchas interpretaciones, por lo cual deberá utilizar la función principal del celular: ser un teléfono.
Hoy me pregunto... si cuando tenemos la posibilidad de atrapar todos los momentos hasta en el propio celular... ¿Realmente los momentos son iguales de importantes que antes?... ¿O antes les dábamos más importancia por el hecho de ser "inatrapables"?.
Me dijo mi mamá una vez... "no es igual la foto del paisaje que estar en el paisaje, es incomparable".
Así es la vida amigos... podemos imaginar y elaborar millones de sistemas y aparatos para archivar instantes, coleccionar recuerdos, guardar imágenes... lo que nunca podremos es revivir esos momentos... no podemos volver el tiempo atrás... no podemos seguir viviendo preocupados por cómo "guardar" el tiempo... cuando la cuestión es aprender a hacerlo útil. Porque pareciera que olvidamos que el tiempo es de esos recursos que surgen de la catarata y no dejan de saltar al vacío... es una gran oportunidad que nos dieron cuando aparecimos por primera vez... la de saber cómo gastar todos esos segundos que se pusieron en funcionamiento desde que existimos... ¿En qué estás gastando la vida? Me han hecho esa pregunta...
Espero no gastarla demasiado en continuar haciéndomela.

martes, 15 de abril de 2008

Miedos... y batallas

Es eso de no querer saltar por las dudas no haya nada abajo...
Aveces los abismos son un simple engaño de algo que no es cómo parece.
Aveces pretendemos leer las mentes del resto... o mucho peor... su corazón.
Aveces intentamos acortar distancias... medir consecuencias, envasar todo en un frasco medido, pesado, armado para estar siempre listos.
Aveces nos damos cuenta de que los que no corren riesgos no ganan nada... de que los que ganan fortunas generalmente corren el riesgo de no ganar lo que buscaban... y de que los que no se arriesgan a nada corren el riesgo de morir solos...
últimamente me pregunto... si los riesgos que uno corre son realmente los necesarios... si no hemos descubierto cuáles son los que existen... si estamos realmente yendo por donde debemos ir...
y sólo algo me responde...

lunes, 14 de abril de 2008

El Acuerdo

Se sentó a esperar, y dejó que pasara el tiempo, dejó de apresarlo tan intensamente en su reloj… de repente se sentía frío el vaso y el gustito era abrumador. Un cigarrillo envolvió en humo el rincón, una mirada atrevida se escurrió hacia el costado del anteojo. No supo qué decir. Y dijo algunas cosas.
El cenicero se cargó de colillas… el tabaco.
Los dedos recorrían la mesa con inquietud. Y pidió café. Esos cafés de mil vueltas. El azúcar de tanto marearse ya ni se quejó, se quedó a un costado.
Otro sobre fue degollado para repetir la misma historia que el anterior, saciando apenas esa avidez.
Los dedos se quedaron quietos, las palabras no. Y los pies como si nada tamborileaban… y se cruzaron una, dos, tres veces… ya.
De este lado el vaso transpiraba, la mesa estaba coronada por una aureola idéntica a cien o más… que siempre manchan la madera.
Una lapicera anotó dos líneas. Y el papel fue abollado… dos monedas, una de cincuenta y otra de veinticinco centavos.
La mirada se fijó en un punto, y mientras hablaba, no dijo nada…
El sitio se volvió cada vez más apacible, la sonrisa se quedó en el pórtico, como colgando de un llamador… se hamacó y se arrojó a la mesa -como esos acróbatas de circo que vuelan de punta a punta- fue apta en su pirueta y alguien pudo alcanzarla. Meciéndose en el aire se extinguía… contagiando un poco de eso, que todos llaman júbilo… o tal vez encanto.
Un par de servilletas se arrugaron, y otro par no…
Alguien miró hacia la mesa del costado… las manos se encontraron tras un bailoteo de vacilación… uno miró la taza, el otro no. Y la taza quedó llena y el azúcar suspiró.
Ya dejaron de mirarse para imaginar… y terminó de revolverse, acabó por detener el tiempo un segundo más… para partir.
Los zapatos hicieron crujir la madera, y la puerta de entrada se volvió de salida y casi los saluda al verlos marchar…

lunes, 7 de abril de 2008

MARTES

Aveces es el perfume de ese shampoo que hacía dos años que no comprabas... aveces es el olor a la comida esa que desde el verano pasado no probabas... aveces es el incipiente aroma a fresco que se disipa en el ambiente cuando cruzas esa calle que hacía tiempo no pisabas...

De repente todo lo que alguna vez estuvo rodeándote una tarde... todo lo que una vez cruzó justo en ese instante en que mirabas hacia allá, todo lo que se quedó por un momento quieto... todo lo que fue objeto o escenografía de ese día... revive y se reconstruye como una muralla que se levanta tenazmente rodeándote de nuevo.

La muchacha que pasó y miró hacia otro lado. El señor que dejó el maletín en el banco y siguió adelante. La mujer que tejía el collar de perlas de madera. La niña que tiraba del puño del saco de su madre. El quiosco abierto por las dudas alguien quiera comprar algo. La señora con el carrito de rayas y el paraguas rojo. El señor de traje que llevaba el diario bajo el brazo y le abría la puerta a la joven vestida de verde oscuro. El que barría el cordón de la vereda. El que cerraba la ventana porque ya atardecía. El que giraba el cañito del toldo del video club. El que los miró hablar horas y horas y se preguntó qué estarían debatiendo. La soda. El jugo. Las servilletas blancas. El piso rojo. La mesa de madera. La puerta de vidrio. El mozo... su risa improvisada... la mirada dura que tenías cuando escuchabas... eso.

Pareciera que lavarte el pelo hoy en esta ducha hiciera que aquel martes... jueves... mayo, abril... invierno... se reviviera como artilugio de un fugaz recuerdo. Y ahí estás de nuevo, ese golpe en el pecho, esa emoción intensa que te hizo sentir lo que alguien dijo, esa sensación dolorosa que tuviste, esa risa increíble que causaron aquellas palabras... todo se vuelve memoria inédita... y es entonces que pareciera que todo lo que fue es y no dejará de serlo cada vez que uses ese shampoo de manzana... o comas ese sandwich de tomate y queso, o sientas ese olor a pasto verde.

Añoras por un segundo tener cinco años menos, pero miras a tu alrededor y la muralla se va destiñendo... estás fantásticamente. Estás ahora, aquí, parada, sentada, acostada... pero estás. Y Así estás porque así quieres estar. Y no hay nadie. Sólo el ruido del agua de la ducha cayendo... Date de una vez por todas ese baño. Perfúmate con esa "Eau" de París y sal a conquistar la tarde... porque pasará otro par de años hasta que vuelvas a abrir el frasco por primera vez y sientas por primera vez eso que has sentido ya dos veces.
Ve afuera... camina bien erguida, sostén esa carpeta con decisión... Hay un ambiente perfumado que hará que todo salga bien. Preocúpate si el perfume te abandona un día... si por acostumbrarte a tenerlo encima te olvidas cuál es su color... preocúpate si algún días olvidas lo bueno que es recordar un martes para saber que de ahora en más tus martes serán diferentes. Y porqué no... que puede ser ahora el martes tu día preferido...

Hoy es lunes... en unos minutos ya será martes... y no sé porqué todos creen que los días están hechos sólo para ser parte de una agenda... de un calendario... cuando en realidad son nombres que les damos a un pedazo de vida que le donamos a la historia, y que probablemente no olvidemos nunca... sobretodo cuando todos los martes se llaman martes... y todos los otoños otoños... sin embargo no habrá otro día como mañana.

jueves, 3 de abril de 2008

Experiencia

Como siempre un mar de miradas. Y un ir y venir a las corridas para estar listos a tiempo. ¿Listos? Hace rato que estamos listos... mucho más listos que otros tantos...
Te miré. Te saludé con un gesto con la mano. Saludaste como siempre saludás... todas las mañanas... todos los días... casi todo el mes...
Ella me miró con esa mirada resignada y agradecida. La de todas las mañanas. La de cuando tengo que marchar y quiere que me quede a compartir la mesa.
Le acomodé la tira del bolso y le dije que tenía que vaciarlo, estaba muy cargado. Me miró con inocencia y dijo no puedo. Le dí una palmadita en el hombro y llegaron tres más. Todos decían mi nombre. Todos lo gritaban, parecían en poco tiempo haberse apropiado de él, y pensar que al principio ni sabían quién era.
Entre tantos perdí la noción de la hora. Arreglé la ropa de otros dos. Até el cabello a la que siempre me abraza. Besé en la mejilla a la que siempre llora por la misma razón. Miré lo que me mostraba el que siempre anda inventando cosas.
Calzé los zapatos de la que sabía ponérselos... y até los cordones de la que sabía atarlos sola. Acomodamos la ropa con la que siempre a guarda arrugada. Levantamos la mesa con la que siempre se queda sentada. Y allí estaba... mirándome desde el rincón; me hizo seña con la mano: "vení". Me acerqué. Se me colgó en un abrazo y tuve que quedarme un rato así. Así descansaba de un trabajo que jamás agota a nadie... y que todos saben hacer.
Es fácil aprender de nuevo lo que ya nos enseñaron... es simple hacer cosas que no demandan más esfuerzo que las ganas... y ahí seguís. Me saludás con un gesto y me voy con mucho dentro de mí. Me llevo un día entero en el alma. Y cuando me vaya a dormir recordaré esos gritos, esas risas, esos llamados... y recordaré sobre todo cómo me llamo... porque en mucho tiempo no habían dicho mi nombre tantas veces.
Pareció un día... y fueron sólo unas horas... allí el tiempo corre al ritmo que tiene que correr. Ni más rápido ni más lento. No se escurre sin ser aprovechado al máximo. No vuela. No pasa como un tren por nuestro lado... nos lleva en él. Por eso al volver... me alegro de que así sea, porque sé que en mi mundo todo correrá rápido para llevarme de vuelta allí. Queda algo flotando en mi pensamiento... ¿puede mi tiempo ser igual adentro y afuera? Eso quisiera.

martes, 1 de abril de 2008

Es sentarse a mirar

y pretender que las cosas sean como uno quiere.

Y pertenecerle a lo que miras…
Es pretender con solo mirar hacerte dueño del espacio.
Y dicen las hojas de árboles secas… ¿Qué harás con nosotras si un día nos crecen alas y te llevamos a volar?
Camino… ya no hay por qué hacerlo. Fue el desencuentro que me dejó huérfano de sensaciones lógicas. Ya no sé hasta dónde llega el cielo, hasta donde la tierra… ya no sé cómo se hace para caminar sin que el cuerpo piense que quiere hacerlo.
Afortunadamente a los pulmones no hay que avisarles que tienen que seguir funcionando… ellos… lo saben.
No sé cómo avisarles a mis ojos que tienen que dormir… porque ellos no lo saben. A ellos tengo que decirles que es hora de hacerme noche, de ocultarme, de dejarme descansar para juntar fuerzas.
Y todo mi yo sigue avanzando… mi cuerpo parece ya un muerto que baila… y es una danza murguera… mis zapatos tambalean y me llevan… y yo me dejo trasladar.
¿Qué hace falta para que mi desmayo se vuelva una realidad? Ando como hipnotizado… y todo esto porque no supe decirte que no. Porque no supe decirte que sí cuando era el momento. Porque nunca aprendí a adelantarme a tus decisiones… y siempre viví de lo que quedaba de esa vida loca que tenías…
Ibas y venías… como voy y vengo ahora yo. Pero yo no… yo corría detrás de ti, te apresaba en un bar y charlábamos las horas… esas horas que pasábamos sólo conversando de todo.
Y seguías corriendo tras de no sé qué cosa… y volvía a arremeter… tomaba ventaja y te apresaba en una esquina y tomábamos café… y así pasaba el tiempo…
Hoy fui, toqué la puerta y no estabas… un cartel: “me mudé al continente que añoraba…”
Y ya sé dónde termina todo… ya sé adónde fueron tu equipaje de recuerdos y esa forma de caminar como bailando un lento… ya sé dónde estás sentada ahora. Ya sé dónde están sentados todos aquellos otros… seguro junto a ti. Y te miran sonrientes… yo jugando a conquistarte… tú recordando a los hijos que dejaste. Y me parece bien. Me parece justo… pero si un día enviudas… no te olvides de avisarme… que colgaré un cartel en mi puerta y dirá: “fui detrás de una locura con dos hijos, a charlar las horas…”