
Esperando que en algún recóndito lugar de esta tierra alguien se ocupe de avisarme y recordarme de paso... que sigo vivo.
Treinta y cinco años. Quisiera poder aceptarlos como míos. Pero ni siquiera siento haberlos vivido realmente. Tal vez... viví algunos. Creo que fueron unos dos años. Dos años fugaces. Precipitados. Inconclusos. Muertos.
Y es que la imagen que el espejo me devuelve me desilusiona. Me genera rechazo. Me da lástima. ¿Ese soy yo?
Arquitecto, experto en el oficio. Calificación alta. Recomendado por personalidades importantes. Experiencia.
Hombre, soltero, frustrado... terminado... acabado...
Miro mis manos y no puedo soportar que estén limpias. Tomo mi lápiz y quisiera sacarle punta hasta que se acabe la mina.
Pero ya no sé que hacer... ya no sé qué pensar... ya no soy el mismo, ya no soy.
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