viernes, 5 de septiembre de 2008

Suponiendo que mereces que te cuente (Boceto de suposición)

Si hubiese podido me hubiera trepado a ese árbol, y te hubiera contado todo. Pero vos no... no hubieras trepado, porque sería demasiado raro para vos subir. Y seguramente te miraría yo desde arriba, creyendo ingenuamente que pudiste subir y no lo intentaste...
Entonces, yo arriba, vos abajo, nos hubiéramos enterado de las cosas de la vida...
¿Podés alcanzarme una fruta? Me dirías... y yo con total tranquilidad treparía un poco más y te daría una roja manzana... pero no dirías gracias, ni por favor... simplemente me la pedirías...
Entonces, yo con otra manzana, muy alta, vos con la fruta, hubiéramos callado para comer.
Y llegaría la tarde, y no habríamos entablado conversación, porque una en las ramas, el otro en el piso, jamás podríamos saber qué sienten las miradas cuando las palabras corren sin verse la cara.
Entonces, yo bajaría... y sería como fue. Cara a cara te conté. Te dije todo lo que yo quería hacer.
Te conté del viaje, te conté del trabajo, te conté de la maleta que acababa de comprar... y no creíste que yo pudiera hacer un viaje así... porque no sabes que soy de las que invitan a charlar sobre los árboles, mucho menos vas a pensar que soy de las que vuelan al otro lado del mundo...

Por todo eso, decidí que fuera así. Para tí increíble, para mí posible... ¿querés que subamos al árbol y parezca imposible el viaje...? o ¿querés preparar la ropa y acompañarme?. Yo puedo conseguir que probés de las cosas más ricas... mi amigo es mercader, y el me ha invitado. Sé que no podés dejar el trabajo, pero él puede conseguir uno bien rentado para vos. Si querés podemos conocer juntos aquel sitio y volver seguramente cambiados...
Pero si no sos capaz de subir al árbol conmigo... o no sos capaz de creer que yo pueda volar... probablemente te quedes sentado. Ahí mirando; cómo me tomo el avión... y llevo en mi mano una manzana... tan roja como la que hubieras pedido que te alcance... y una maleta tan llena como la que te conté que compré... y mis pies casi vuelan... como te dije que podían. Y el árbol está ahí para darte sombra, cada vez que recuerdes que dejaste marchar, una mujer con una roja manzana... con una enorme maleta... cargada de cosas que vas a anhelar. Pero no lo sabes... porque estoy suponiendo... ya tomé ese avión, ya no te avisé... porque ya sé que el que pide a una mujer que robe una manzana y no le pide por favor... no merece que le avisen que está dejando huir una ilusión.

PD: Y por si tienes que acotar que a los manzanos no se puede trepar... el árbol que yo supuse... era un enorme árbol de manzanas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"...jamás podríamos saber qué sienten las miradas cuando las palabras corren sin verse la cara..."

magistral... respeto la intimidad de este boceto...