martes, 1 de abril de 2008

Es sentarse a mirar

y pretender que las cosas sean como uno quiere.

Y pertenecerle a lo que miras…
Es pretender con solo mirar hacerte dueño del espacio.
Y dicen las hojas de árboles secas… ¿Qué harás con nosotras si un día nos crecen alas y te llevamos a volar?
Camino… ya no hay por qué hacerlo. Fue el desencuentro que me dejó huérfano de sensaciones lógicas. Ya no sé hasta dónde llega el cielo, hasta donde la tierra… ya no sé cómo se hace para caminar sin que el cuerpo piense que quiere hacerlo.
Afortunadamente a los pulmones no hay que avisarles que tienen que seguir funcionando… ellos… lo saben.
No sé cómo avisarles a mis ojos que tienen que dormir… porque ellos no lo saben. A ellos tengo que decirles que es hora de hacerme noche, de ocultarme, de dejarme descansar para juntar fuerzas.
Y todo mi yo sigue avanzando… mi cuerpo parece ya un muerto que baila… y es una danza murguera… mis zapatos tambalean y me llevan… y yo me dejo trasladar.
¿Qué hace falta para que mi desmayo se vuelva una realidad? Ando como hipnotizado… y todo esto porque no supe decirte que no. Porque no supe decirte que sí cuando era el momento. Porque nunca aprendí a adelantarme a tus decisiones… y siempre viví de lo que quedaba de esa vida loca que tenías…
Ibas y venías… como voy y vengo ahora yo. Pero yo no… yo corría detrás de ti, te apresaba en un bar y charlábamos las horas… esas horas que pasábamos sólo conversando de todo.
Y seguías corriendo tras de no sé qué cosa… y volvía a arremeter… tomaba ventaja y te apresaba en una esquina y tomábamos café… y así pasaba el tiempo…
Hoy fui, toqué la puerta y no estabas… un cartel: “me mudé al continente que añoraba…”
Y ya sé dónde termina todo… ya sé adónde fueron tu equipaje de recuerdos y esa forma de caminar como bailando un lento… ya sé dónde estás sentada ahora. Ya sé dónde están sentados todos aquellos otros… seguro junto a ti. Y te miran sonrientes… yo jugando a conquistarte… tú recordando a los hijos que dejaste. Y me parece bien. Me parece justo… pero si un día enviudas… no te olvides de avisarme… que colgaré un cartel en mi puerta y dirá: “fui detrás de una locura con dos hijos, a charlar las horas…”

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